Por, Marco Tafur S.
Cada 16 de febrero se conmemora la erección a parroquia de Guayaquil de Alpachaca de Ibarra. Se recuerda con sesión solemne, discursos y condecoraciones con presencia de autoridades. Mucho de los cuales callan la verdad histórica de ella. No se trata de repetir el origen de su existencia ni analizar sus problemas sociales. Se intenta recordar momentos históricos esenciales en el desarrollo de la parroquia.
Por los años 1985 llegan un médico y esposa enfermera a radicarse en Alpachaca, a corta distancia de la entrada principal del barrio, pasando la acequia de ese entonces. Su labor social de curar/ sanar/salvar vidas/, se refleja en la felicidad de sus habitantes con niveles de pobreza extrema: sin agua potable, alcantarillado, calles empedradas y de tierra; luz eléctrica insuficiente; viviendas rudimentarias de bareque, tapial, paja y teja, adobe, pocas de bloque y ladrillo incrustadas en un paisaje agriete rodeado por vegetación nativa como pencos, mosqueras, florecillas multicolores, entre otras.
Su labor social se fragua en una realidad. Pero, faltaba algo más. La solución a los problemas de saneamiento ambiental de Alpachaca tenía que ser de naturaleza política. No cabía espacio para combatir los problemas sociales de la parroquia desde la medicina. Captar la Alcaldía para canalizar los recursos necesarios a solucionar la falta de agua potable y alcantarillado, fue el momento histórico esencial del destino de Alpachaca.
En las elecciones 1988, el Partido Socialista Revolucionario Ecuatoriano (PSRE) designa la candidatura, del médico radicado en Alpachaca, a la Alcaldía de Ibarra. Triunfo político histórico por la reñida contienda con su oponente. Alpachaca había triunfado, su apoyo imponente obligaba al nuevo alcalde cumplir con slogans de campaña, “Agua derecho de todos y no privilegio de pocos”; “Agua derecho a la vida”. Al tomar el bastón de mando, el hijo de Alpachaca, la primera obra ejecutada fue: “El proyecto emergente de agua potable Alpachaca”.
Se reforma el presupuesto municipal y se asigna recursos (EMAPA) para cristalizar la urgencia; alcalde, concejales, habitantes y trabajadores municipales con pico y pala abren zanjas para que llegue el líquido vital a cada uno de los hogares. Pero no era suficiente; como su nombre lo señala, fue emergente y cumplió su misión. Además, empezó el adoquinando algunas de sus calles.
Por ello, paralelamente impulsa el “PLAN MAESTRO DE AGUA POTABLE” para el cantón Ibarra, que se complementa con recursos del Fondo de Inversión Social Emergente (FISE). Proyecto que culminó en 1995, garantizando agua potable por 25 años, para Ibarra y sus parroquias. Recordemos que antes de su administración, las nuevas urbanizaciones y barrios enteros como Alpachaca y Azaya, sectores altos de la ciudad, lugares periféricos como Pugacho, se abastecían del servicio de agua potable a través de tanqueros.
Estos proyectos posibilitaron que Alpachaca cambie de rumbo; sus terrenos se valorizan; se planifica urbanísticamente, se dota de varios servicios, etc. Es a partir de 1988 que Alpachaca se convierte en un botín político de partidos y movimientos de toda tendencia ideológica. Gracias a un médico y esposa con vocación social, cambió la vida de los habitantes de la parroquia. Seres humanos que claman se respete sus derechos a vivir con dignidad. Me refiero al DR. ALFONSO PASQUEL BELTRÁN Y ESPOSA CLARITA MONGAUGÉ compañera durante 38 años en todas sus luchas, desde Alpachaca a la política. Su residencia permanente en Alpachaca lo dice todo. La historia reconocerá sus virtudes.
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