Manuel Guerrero nació en Ibarra en 1957, se crió en medio de la pobreza y la necesidad; sus padres María Morales y Samuel Guerrero procrearon nueve hijos, de ellos, dos se dedicaron al canto, Manuel y Juan Carlos.
Sus estudios primarios los realizó en la escuela “Modelo”, la secundaria la completó en la sección nocturna del colegio Teodoro Gómez de la Torre.
Manuel “Barbadillo” Guerrero, triunfó en la música y en el fútbol, de allí viene ese apodo.
¿Cómo fueron sus inicios profesionales en la música?
Fue con los hermanos Zeta, conformados por los hermanos Pabón: Nico, Fernando, Alfredo y familiares, vivían en el barrio La Merced en la esquina de la Sánchez y Cifuentes y García Moreno, mi primer contrato fue con ellos; participé en un festival que se llamaba “Cante usted si puede”, el cual gané; debuté con los Zeta en el Banco de Fomento, gané 20 sucres.
¿Quién le descubrió artísticamente?
Nicanor Pabón, un gran músico, una gran persona, un gran maestro, tengo un grato recuerdo de él, nunca olvidaré sus enseñanzas. Llegué a triunfar a nivel nacional, trabajé con orquestas grandes de Manabí, Quevedo, en Colombia me fue muy bien, aunque no supe manejar mi vida privada.
¿Por qué ya no hay esas orquestas de música tropical?
Los tiempos han cambiado, es difícil que en Ibarra se vuelvan a ver orquestas como Los Halcones, Los Exitos, los Fabulosos, Nico y sus Estrellas, los Estudiantes de Ibarra, eran otros tiempos; antes había los “mano a mano” entre orquestas, pero nos llevábamos bien entre todos.
¿Qué orquestas llegaron a Ibarra?
Cuando yo era muchachito llegaron los Graduados, con Gustavo “el loco” Quintero, ingresé al escenario de la escuela Modelo, rompiéndome el pantalón por una malla, toda la noche me quedé arrimado a la tarima admirando a mi artista favorito. Vinieron: Rodolfo, los Jokers, los Cinco Ases de Guayaquil, los Hermanos Baca, Medardo y sus Players, con los dos últimos trabajé, también con los Auténticos de Portoviejo, los Buenos de Colombia en Ipiales y en Bogotá con los Ocho de Colombia.
¿Es decir que usted era muy inestable?
Me gustaba estar en otros lados, me gustaba conocer ciudades, viajaba mucho, ese era mi mundo y ganaba dinero, era profesional y disfruté eso, era la década de los setenta, ochenta y noventa, hasta que tuve un problema en la garganta, grabé discos en acetato, en ese tiempo sí se grababa, por eso digo, fui profesional.
¿Usted sintió la mano de Dios?
Yo viví una adolescencia difícil, de privaciones y necesidades. Dios me dio la recompensa en mis condiciones artísticas y deportivas. Yo no miraba el futuro, vivía mi momento alegre y feliz, porque me gustaba la música. Cuando tuve problemas con mi garganta, alcé la cara al cielo y miré que había un Dios; ahí sentí la necesidad de retornar a casa, conocerles a mis hijos ya jóvenes, porque estuve mucho tiempo afuera, yo cumplía con la parte económica, enviaba dinero, pero no era lo mismo que estar con ellos.
De Bogotá vine a una iglesia cristiana, ahí comenzó mi cambio, porque yo fui muy engreído, yo tomaba, fumaba, derrochaba el dinero, ahora soy otro; yo canto por satisfacción, porque lo siento y la gente le agrada.