Abril 2002. El Norte

Tiene 78 años de edad, pero no tiene ninguna dificultad para recordar el Ibarra de ayer que se ha perdido en la bruma del tiempo. Un hombre que tiene mucho para contarnos y que es querendón de su tierra y que volvió de Quito para sentar raíces de trabajo y servicio a los demás.
¿Cómo recibe este homenaje del municipio?
He recibido esta condecoración municipal con mucho sentimiento y también con humildad. Considero que no solamente es a mi persona, sino a los ibarreños de mi época y a los ibarreños que también vinieron a radicarse a Ibarra y son ibarreños de corazón ya que con el concurso de todos ellos, logramos iniciar en el año 50 una especie de retorno a nuestra tierra.
¿Cómo eran esos tiempos?
Encontramos una Ibarra pequeña de 20 mil habitantes, muy pacífica que habría sufrido los embates de la crisis mundial del año 30, se decía en broma que la ciudad estaba de venta, porque había una cantidad de avisos que decía “se vende esta casa”
Ese grupo de ibarreños que regresamos de Quito, veíamos que en Ibarra faltaba mucho y que era nuestra obligación levantar el ánimo de los ibarreños y comenzamos actuar en los clubes sociales y de servicio, pero siempre con la idea de hacer algo por la tierra.
P.¿En ese tiempo no había agua potable y energía eléctrica?
Desde luego, Ibarra siempre ha tenido magníficos municipios y dentro de su escasez económica, era una ciudad decentemente servida, pero todo tan limitado, tan pequeño; Ibarra no tenía más de diez cuadras.
P¿ Era un pueblo pequeño?
Veinte mil habitantes, con unos alrededores hermosos; la ciudad paralizada, cuando nosotros regresamos nos propusimos revivirla y a través de las diferentes instituciones y un buen ambiente de amigos, todos nos afiliamos a partidos políticos, pero teníamos la mira de servir a Ibarra.
Así accedimos a municipios, consejos provinciales, alcaldías, diputaciones. Necesitábamos irrigaciones, impulsamos la terminación del ferrocarril que se terminó en 1958 en el gobierno del doctor Camilo Ponce y sobre todo el puerto. Fue nuestra idea de San Lorenzo, puerto libre.
El ferrocarril se construyó pero no llegaba a ninguna parte, se construyó el muelle que hasta ahora existe. Por ese muelle entraron barcos de 5 mil hasta 8 mil toneladas e hicimos unas diez exportaciones de azúcar.
¿Cómo ve actualmente a la ciudad de Ibarra?
Hay que reconocer que Ibarra ahora es una ciudad grande, una ciudad pujante. Una ciudad grande tiene problemas de seguridad, de aseo, como digo Ibarra tiene esa suerte, yo no conozco en la historia de Ibarra que haya habido municipios malos, ni funcionarios municipales malos, siempre ha sido gente patriótica, gente honrada y el municipio actual está desarrollando una labor grande, Ibarra está transformándose.
¿Pero dicen que Ibarra no tiene esa entidad que le caracterizaba, esto por las migraciones?
Bueno son esas cosas que hay que pagar por el progreso, las naciones están perdiendo sus aspectos estrictos de frontera, estos son problemas, pero Ibarra seguirá siendo una ciudad señorial, una ciudad a la que se vuelve con cariño. En nuestro tiempo se inició lo que es hoy Emelnorte, el ingenio azucarero, ILENSA, todo se fue dinamizando.
¿Cuál es su mensaje para los ibarreños?
Los ibarreños que tengan siempre presente esto que yo llamo el espíritu de retorno, que fue de nuestros antecesores que regresaron después del terremoto a reconstruir Ibarra, que no se alejen de la ciudad y si emigran, siempre le tengan presente y si pueden hacer algo desde el exterior o desde otras ciudades del país, no se averguencen de ser ibarreños y siempre regresen servir a la ciudad que les vio nacer.

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