El doctor Enrique Ayala imbabureño, es un hombre polifacético: historiador, político, docente, rector de la Universidad Andina y ahora es miembro de la Academia Nacional de la Historia, designación que la toma con sencillez.

 

¿Cómo recibe el hecho de ser designado miembro de número de la Academia Nacional de Historia?

Lo recibo un poco tarde porque me nombraron como miembro de número hace algunos años y no había preparado el discurso de incorporación, sino hasta los días anteriores en que gracias a la gentileza e insistencia de los gremios de la Academia me animé a terminar de hacer la preparación de una intervención que se requiere para incorporarse.

Esta vez escogí un tema sobre la historia de la nación ecuatoriana, tengo mucho interés en trabajar un tema de la nación, del estado nacional, del sentimiento patriótico del país, es un asunto muy venido a menos en estas épocas; creo que hay que volver a pensar en nuestra Patria, en la nación, en su unidad, su destino hacia el futuro.

 

¿Para Imbabura qué significa esta designación, no hay que olvidarse que usted es uno de los pocos imbabureños que se han destacado a nivel nacional ?

Hay muchos imbabureños que se han destacado en muchas cosas, no se olvide de la selección nacional de fútbol que clasificó al mundial; otro miembro de la Academia es Roberto Morales Almeida, un hombre a quien creo, todos debemos respetar y admirar porque ha sido un gran investigador.

 

¿En el acto de incorporación usted no alcanzó a los bocaditos?

Bueno, la gente hizo cola para felicitarme, eso no había pasado sino cuando me casé, cuando vinieron a llevarme al coctel, efectivamente ya se había acabado la parte inicial y no alcancé a los bocaditos de sal.

Habían muchos compañeros socialistas, pero también una buena cantidad de monjitas.

 

¿Qué le parece la historia del país?

La historia del país es muy contradictoria, hay grandes avances, triunfos del pueblo ecuatoriano a lo largo de su trayectoria en la vida de la nación; hay momentos duros, de recesión, de crisis, pero lo que es importante destacar es que la nación ecuatoriana es lo que tenemos como Patria y tenemos que tener una visión positiva sobre ella.

 

¿Es decir usted quiere dar otra visión del país?

Yo quiero dar a la nación una visión positiva, lo cual no quiere decir que no sea crítico, conozco la realidad de pobreza, de marginalidad, de la inestabilidad institucional, de nuestros enfrentamientos regionales, éticos; pero la idea es destacar la riqueza de la diversidad del Ecuador, los logros que el país ha tenido a través de su historia y sobre todo decirle a la gente: vea a pesar de sus limitaciones, este país merece la pena vivirse, este país tiene porvenir.

 

¿Usted es historiador, docente, político, cuál de estas actividades prefiere más?

Mi profesión es ser historiador, mi vocación es ser maestro y a eso me he dedicado toda la vida y cuando me ha tocado el servicio público lo hago de la mejor manera posible, pero yo siempre he sentido que mis responsabilidades fundamentales son como historiador y profesor.

¿Háblenos de su libro?

Estoy terminando un libro que está dedicado a los jóvenes del país que se llama: “Ecuador, Patria de todos” y que está precisamente destinado a ser un manual de enseñanza de cívica, yo quisiera decirle que esto es lo más importante que usted puede ofrecerle al país, porque a veces la vida política es muy coyuntural; la vida política le depara  a uno conflictos tan inmediatos que pierde de vista que lo de fondo es lo que uno va dejando; yo creo que lo que más puedo contribuir al Ecuador es esta reflexión sobre el país, sobre el destino nacional, sobre lo que tiene que pensarse sobre el patriotismo.

 

¿A los 28 años se vuelve a tomar un canelazo, ojala pueda a repetirlo cuando venga a Imbabura?

No, yo canelazo me tomo casi todos los días, porque eso se da en la universidad todas las noches, lo que no había pasado en los 28 años es que se haga cola para felicitarme, eso había sucedido cuando me casé y ahora se repitió otra vez.

 

 

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