Por Jaime Salazar
Luis Flores Proaño, nació en Quito, vivió en Ibarra y ahora es residente en los Estados Unidos, es un ciudadano migrante que decidió afincarse en Connecticut desde hace ya 17 largos años. Es médico, músico, migrante, coleccionista de música de todos los géneros, en especial la instrumental.
Es uno de los fundadores del grupo “Vientos de América”, conjunto de música latinoamericana que hoy está casi desintegrado. Luis Flores viene permanentemente a su “segunda patria”, Ibarra, tierra a la que quiere mucho.
Cuando le pregunté sobre los migrantes y el sueño americano, sus ojos se le humedecieron. Luis estuvo en Ibarra y logré esta entrevista.
¿Cómo se siente, volver de vez en cuando a Ibarra?
Qué gusto saludar con usted, un viejo amigo, tantos años. Me da mucho gusto ver la ciudad bastante grande, casi limpia, el caos vehicular que impide disfrutar un poco más de la ciudad, hay restaurantes por todo lado.
He visitado El Retorno, San Antonio, Chorlaví; además tuve la oportunidad de estar en la nueva vía que une Ayora- La Esperanza, es un viejo anhelo de los ibarreños, es una vía que nos va a dar un nuevo rumbo para el sector La Rinconada, que es un sitio tan hermoso. Ibarra y la provincia están yendo un poquito más arriba, esperemos que la Municipalidad esté acorde con el reto de buscar mejores días para Ibarra.
Hay cambios importantes como el parque Céntrica, la recuperación del ex cuartel y la estación del tren.
Así es, desde el punto de vista del ornato, la ciudad se ve un poco más bonita, la remodelación del cuartel es algo que aspirábamos y ansiábamos todos los ibarreños; la autovía Ibarra- Otavalo que es una idea largamente acariciada, Luis Mejía era uno de los que más soñaba con esa vía, lamentablemente no la pudo hacer, pero en este gobierno se hizo realidad, es una verdadera autopista.
Veo ciertas casas abandonadas, parece que la ordenanza que exige construir con los mismos materiales y el mismo estilo, limita que sus dueños, puedan restaurar ese patrimonio.
Me ha encantado el calorcito de Ibarra, yo vengo de un sitio tan frío, he disfrutado el clima, he caminado toda la ciudad y he conversado los amigos, he notado que los amigos han progresado, otros que vamos envejeciendo, pero el paisaje siempre es hermoso.
Son ciudades pequeñas intermedias, que nos conocemos casi todos, hay más seguridad
Como buen ibarreño me he ido a comer el hornado de doña Marina, veo que la seguridad es buena, no veo apuro en la gente, no hay esa inquietud por la seguridad, creo que si se mantiene así la ciudad, sin mayor crecimiento, es más fácil de controlar.
El tránsito es complicado en Ibarra
Creo que el municipio tiene la obligación de construir un estacionamiento de 500 plazas de parqueaderos, lo que vendría a solventar el caos vehicular que existe aquí; además habría que tomar otras medidas, como la prohibición de ingreso de carros pesados al centro de la ciudad y tal vez el transporte público que sea más laterizado para que el centro disfrute un aire limpio, que las calles sean peatonizadas.
Salvo la peatonización de las calles Flores y García Moreno
Las calles Flores y García Moreno que fueron cerradas deberían ser abiertas para dar mayor solvencia al tráfico liviano.
Usted trabajaba en el edificio antiguo del Teodoro Gómez de la Torre, cuando era médico del GPI, hoy ese edifico está en el abandono, ¿qué piensa?
Recuerdo que teníamos una especie de competencia con René Muñoz, yo cargado la bicicleta y él a pie a ver quién ganaba a subir las gradas, extrañamos mucho ese edificio tan querido, cuna de tanta gente que se formó y que lamentablemente hoy está abandonado; no sé quién será el responsable para que esto se proteja, se modernice este patrimonio que podría ser la cuna de una escuela de música, danza, una escuela de artes, ligado con la cultura.
No hay que olvidarse que usted es músico
Por el lado materno y paterno todos son músicos, por Proaño tengo un acervo musical grande, mías tíos, bisabuelos, estudié música en el Conservatorio en Quito, fui parte del coro de la Universidad Central, también tengo el orgullo de haber formado parte del grupo “Vientos de América”, con mi viaje a USA abandoné la actividad musical, pero, poco a poco he ido retomando, toco en mi casa, hago piano, tengo un tesoro que encontré allá, se trata de un violín muy antiguo, que es mi joya más preciada.
¿Se ha vuelto a encontrar con sus ex compañeros de Vientos de América?
Sabe que siempre estoy en contacto por internet, con el doctor Ramiro Meneses, con el conocido Pato Echeverría, son personajes de la ciudad, Vientos de América, es un grupo que nació en la Facultad de Medicina de la Universidad Central, siempre sigue manteniendo una actividad que se ha ido reduciendo, se reúnen en la pizzería del Pato Echeverría, un grupo que ya no es tan vigente, pero si latente.
¿Usted colecciona discos?
Es uno de mis pecados, empecé con ese vicio a los 9 años a comprar música, discos de Lp, 45 rpm, poco a poco he ido ampliando, tengo una discoteca que lamentablemente la tengo embodegada en Ibarra, son unos 1.500 LP, como no puedo llevarlos allá, me hice de otra música, la suerte de vivir en una ciudad en donde la cultura es lo que más se protege y se impulsa, hay una biblioteca en donde usted puede ir y coger la música que quiera, le prestan los discos para que usted grabe, en su computadora, tengo una discoteca digital de unas 75.000 canciones de todo tipo, música clásica sobre todo, es una enfermedad esto de la música, uno hasta morir no sé qué voy hacer con eso, ojala mis hijos puedan conservar el gusto .
¿Amigos de la radio, en dónde los tiene?
La radio fue otra de mis enfermedades, cuando era muchachito, unos 9 o 10 años, me iba a verle en radio Equinoccial a Rubén Suárez, después fuimos grandes amigos, buen locutor, recitaba poemas y me quedó con ese gusanito, cuando regresé a vivir a Quito, en el barrio La Tola, en la casa de mi abuela a unas dos cuadras se inauguró la radio Pacífico, por el año 62, empezaron con la música juvenil, por esa época conocí a Patricio Toro, Germán Campaña, Álvaro San Félix, como esa radio era de un pariente, tuve la oportunidad de trabajar poniendo discos, tenía 12 años.
Pasó el tiempo salió radio Musical hasta que tuve el gusto de conocer a Emiliano Morán cuando trabajaba en radio Nacional del Ecuador, llegamos a tener una buena amistad, lamentablemente los vientos de la vida nos ha separado; en Ibarra trabajé un poquito en radio, cuando Don Manuel cedía a Luis Viteri la radio Continente que se hizo Imperio, a fines de los ochenta teníamos un programa que se llamaba “Hablemos de”. También hice un programa en Sonido AS, por poco tiempo.
¿Piensa morir en Ecuador o en Estados Unidos?
No tengo miedo a la muerte, peor a la vida, creo que por ahora la vida me lleva a estar junto a mis hijos, tengo la ilusión de en algún momento regresar a Ibarra, tengo una casita en donde quiero disfrutar mi edad madura; tengo un pequeño sueño para hacer un centro cultural en mi casa, para que los amigos, músicos puedan tener un sitio de reunión donde puedan disfrutar de tertulias, de música, de un pequeño museo.
¿Esa canción “A mi lindo Ecuador” cómo cala en los migrantes?
Yo tenía unos 12 años cuando conocí a Rubén Barba que empezaba a destacar como cantante, tengo una anécdota con el doctor Ricardo Descalsi que era médico de mi madre, compositor y músico también, él le dio algunos pasillos a Rubén Barba, esa música quiero rescatar de mi discoteca, vi cuando Rubén Barba grababa ese disco, me parece que era el estudio de discos Granja.
Al emigrante le gusta mucho ese tema, porque se hace corazón
¿Nunca se olvida la tierra de uno?
Nunca, que va, la añoranza y el desarraigo es terrible, ver a los compatriotas indocumentados buscando trabajo es durísimo
¿Qué es el sueño americano?
Carajo, el sueño americano a veces se convierte en pesadilla, pobre gente es maltratada, desde que trata de pasar por la frontera, cuando llega a las ciudades, tiene que buscar trabajo, bajo el sol inclemente, bajo nevada, frío intenso, a veces mal pagados, traicionados, si usted no tiene la manera legal de llegar a los Estados Unidos, es mejor que ni siquiera lo intente
Vuelva siempre
Es un gusto estar con usted, con los amigos como Carlos Hernán, su hermano, un abrazo fraterno y esperar siempre volver a verles.