Históricamente se ha identificado que los electores discapacitados son los más inhabilitados en los países democráticos. En los Estados Unidos, país en que regularmente se miden estas estadísticas, se estima que la tasa de participación de los votantes discapacitados es 6 puntos porcentuales menor a la del promedio de personas sin discapacidad.
Esta situación es una constante que se repite en distintos países, haciendo que anualmente millones de personas alrededor del mundo se queden sin la posibilidad de ejercer su derecho a sufragar.
Adicionalmente, el número de electores incapacitados ha crecido considerablemente en los últimos años. Cifras del Banco Mundial indican que el 15% de la población mundial presenta algún tipo de discapacidad. En Ecuador, según cifras del Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (Conadis), 438.892 personas forman parte de este grupo vulnerable. De ellos, el 46,63% tiene discapacidad física, el 22,50% intelectual, el 14,17% auditiva, el 11,90% visual y el 4,79 psicosocial.
Este complejo cuadro ha forzado a las autoridades electorales de muchos países a implementar soluciones basadas en la tecnología, para frenar el declive de la participación electoral.
Paul DeGregorio, ex presidente de la Comisión de Asistencia Electoral de los Estados Unidos, señala que el uso de la tecnología electoral de punta y el internet facilitan la participación tanto de electores discapacitados como de votantes en el exterior. “Los dispositivos tecnológicos modernos hacen posible que el elector emita su voto de manera independiente y privada en los centros de votación, o en donde quiera que se encuentre. Esto incide positivamente en la participación de los electores tradicionalmente inhabilitados.”
En Estonia, país que utiliza el voto en línea desde 2005, los ciudadanos se han expresado en elecciones nacionales desde al menos 116 países gracias a las bondades del voto electrónico remoto. Siempre y cuando se ofrezca tecnología segura y transparente, los votantes podrán ejercer sus derechos estén donde estén, y en el momento que mejor les convenga.
En un mundo en que los votantes están participando democráticamente cada vez menos, las autoridades deben ofrecer la mayor cantidad de alternativas posibles para que los ciudadanos ejerzan sus derechos. Una prueba reciente de que los ciudadanos aprecian la conveniencia del voto en línea se presentó en Noruega, donde los votantes del condado de Finnmark tuvieron la opción de votar en línea o de acudir a un centro de votación tradicional. El 85% de los participantes prefirió votar en línea.
Ecuador, en búsqueda de un sistema electoral más participativo, ha incorporado diversas modalidades de sufragio como el voto asistido, el voto en casa, el voto preferente y las mesas de atención prioritarias. Sin embargo, todas estas iniciativas loables se quedan cortas para las necesidades de los votantes con diversos tipos de limitaciones.
Expertos en democracia afirman que con tecnología se puede lograr que los votantes discapacitados ejerzan su derecho al voto de forma independiente. Pantallas sensibles al tacto facilitan el registro del voto. Instrucciones de audio e interfaces amigables que permiten el aumentar el tamaño de las letras y los contrastes de las pantallas, pueden ayudar a quienes tienen dificultad para leer. Dispositivos ‘Sip/Puff’ ayudan a quienes tienen dificultades motrices. La tecnología puede ser configurada a base a las necesidades de la población para sobrellevar casi cualquier tipo de dificultad.