El internet ha evolucionado de ser una tecnología emergente a convertirse en un habilitador esencial, capaz de derribar fronteras físicas, económicas y culturales, democratizando el acceso a información, servicios y oportunidades en todo el mundo.

La expansión de la conectividad ha sido especialmente significativa en los últimos años. En América Latina, cerca del 65% de la población ya utiliza internet móvil, sumando más de 450 millones de personas conectadas al cierre de 2023, según datos de la Asociación GSMA en su informe “La Economía Móvil en América Latina 2024”. En Ecuador, el avance ha sido aún más destacado: en 2024 se reportaron 15,29 millones de usuarios de internet, alcanzando una penetración del 83,6% de la población, con 17,56 millones de conexiones móviles activas, de acuerdo con el informe “Digital 2024: Ecuador” elaborado por DataReportal.

Esta conectividad ha cambiado radicalmente la manera en que las personas socializan, se informan en tiempo real, acceden a nuevas oportunidades laborales y compran productos internacionales. Dentro de esta transformación digital, uno de los sectores que más ha evolucionado es el comercio electrónico. Comprar productos en línea pasó de ser una novedad a una necesidad cotidiana.

Desde su experiencia en el mundo del e-commerce, Andrea Palacios, Country Manager de Tiendamia en Ecuador, observa de cerca esta evolución. Según la ejecutiva, “Hemos sido testigos de cómo el internet ha dejado de ser una simple herramienta de conexión para convertirse en un habilitador de oportunidades reales. En el caso del comercio electrónico, esta evolución ha significado algo muy concreto: empoderar a los consumidores, dándoles acceso directo a productos globales, a mejores precios y con procesos cada vez más ágiles.”

De la conexión básica al comercio sin fronteras

Desde su origen en los años 60 como un proyecto militar de interconexión entre computadoras (ARPANET), el internet ha vivido etapas clave que transformaron la manera en que las personas interactúan, trabajan y consumen. La masificación del acceso a la red en los años 90 marcó un antes y un después: surgieron los primeros navegadores, se multiplicaron los sitios web y comenzó el auge de los servicios en línea. Luego vinieron la banda ancha, la era de los smartphones y el internet móvil, que permitieron llevar la conectividad a todos los rincones del mundo y a millones de usuarios.

Con estos avances, el comercio electrónico también evolucionó. Al principio, se limitaba a plataformas locales y pagos poco flexibles. Hoy, gracias a las mejoras en logística internacional, pasarelas de pago seguras y herramientas de geolocalización y trazabilidad, el e-commerce ha roto barreras geográficas. Nació así el modelo cross-border, donde los consumidores pueden adquirir productos de cualquier parte del mundo, como si compraran en su propio país. Este modelo ha transformado la experiencia de compra digital, permitiendo el acceso a catálogos globales, precios competitivos y una mayor diversidad de opciones para los usuarios.

“El internet ha abierto puertas que hace una década parecían imposibles, pero el verdadero desafío hoy es garantizar que todos puedan atravesarlas. La brecha digital, la ciberseguridad y la alfabetización tecnológica siguen siendo prioridades urgentes si queremos construir un ecosistema digital inclusivo. Desde el e-commerce, nuestro rol va más allá de vender: buscamos generar confianza, facilitar el acceso y ofrecer experiencias que realmente empoderen a los consumidores, enfatizó Andrea Palacios.”