Fausto Giraldo
En los noventa, durante el gobierno de Rodrigo Borja, se suscitaba un hecho sin precedentes en la historia contemporánea en la época llamada de retorno a la democracia, un gran levantamiento indígena insurgía, irreverente al dominio, opresión discriminación y exclusión política y social de los gobiernos sucedidos por años.
La ruralidad se hizo sentir en todo el país, de manera principal en la sierra y la amazonía, miles de indígenas, niños, jóvenes, adultos, abuelos; hombres y mujeres con ponchos y sombreros se tomaron las carreteras en exigencia a aspectos trascendentes que habían sido olvidados por los gobernantes: 1) Identidad, 2) Derechos Colectivos, 3) Acceso a servicios y obra pública y 4) Naturaleza.
Desde luego que estos planteamientos constituían una agenda supremamente relevante, no solo para los pueblos indígenas sino también para la construcción social e histórica de la nación ecuatoriana. La consecución de muchos de estos fines propuestos fueron pasos importantes para la incorporación y respeto hacia un sector de la población que ha sufrido el embate de la herencia colonizadora.
Se incorporó en la redacción constitucional la plurinacionacionalidad y pluriculturalidad, se reconoce la educación intercultural bilingüe, aunque de forma manipulada se ha dado espacios para la creación de unidades político administrativas burocratizadas como el denominado Codenpe o Secretaría de Pueblos. Todo como un proceso de conquista reivindicativa de los pueblos indígenas y su lucha.
En este contexto se visibilizó la CONAIE: Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, como la organización que lideró estos procesos reivindicativos y cuyo posicionamiento fue anclarse a la huipala, bandera que identifica al ancestral “Tahuantinsuyo” o imperio inca, como símbolo visual y a la filosofía indígena como concepción de la cosmovisión del Estado.
Parte de este proceso ha implicado la conformación del brazo político para la participación electoral, lo denominaron Pachacutik, movimiento que en el transcurso de los años ha tenido resultados positivos, siendo su mejor el 2021 en el cual se obtuvieron alrededor de 27 escaños en la Asamblea Legislativa. No menos importantes han sido los resultados obtenidos en gobiernos parroquiales, alcaldías y prefecturas, así como el cogobierno con Lucio Gutiérrez y su apoyo al Correismo en la primera fase de gobierno.
Uno de los principios formulados Pachacutik es “la unidad en medio de la diversidad”, es decir que al interior de su estructura y pensamiento funcionan diferentes corrientes, unas etnocentristas, otras con posiciones de derecha como los denominados “ponchos dorados” y otras de carácter alternativo, progresistas y transformadoras.
Bajo el concepto de diversidad, la CONAIE ha alternado a líderes en cada una de estas posiciones y corrientes políticas, unos acomodados y funcionalistas, otros radicales y anti sistema y varios aliados al poder imperante, así también, como parte de esta conducta es la del actual líder Leonidas Iza, quien mantiene una forma de pensamiento cercana al ex presidente Rafael Correa.
Innegable que en estos últimos años la CONAIE haya sido la principal organización del tejido social que ha levantado acciones de lucha en torno a sus propuestas y planteamientos que ha puesto en “jake” a los gobiernos de Moreno y Lasso, respectivamente, al mismo tiempo un aparente nivel de incidencia política en torno a la actuación de los ex legisladores de PK y la participación en el proceso electoral anticipado, menciono aparente ya que el 50% de asambleistas en poco o nada hicieron eco de los llamados de la CONAIE, así también las “amenazas” a la dirigencia no se concretaron y aún Marlon Santi mantiene en sus manos la coordinación Nacional del movimiento electoral.
Para la elección presidencial resulta importante saber hacia donde se dirigirá el caudal de votos de este sector, no tiene binomio, aunque como Pachacutik han manifestado que apoyan a su ex integrante Yaku Pérez, Iza desde la CONAIE ha expresado sus reparos, pues pesa más su pensamiento afín al correismo que su identidad étnica y filosófica, a la final es un electorado que está a la deriva y que un buen pescador puede hacerse de el.
A los indígenas en el país les une la identidad, eso es innegable, sin embargo les separa las cuestiones pragmáticas e intereses, los liderazgos no generan procesos participativos internos que democraticen la toma de decisiones, y si es que las hay, al final del día se imponen las posiciones de sus dirigentes, esto hace que se posterguen cada vez más aquellas históricas aspiraciones de equidad, igualdad, inclusión, liberación, no opresión y acceso a oportunidades de mejora en las condiciones vida.