Por Jaime Salazar P.

 

Carlos Hernàn Barahos, rector de la Universidad Técnica Particular de Loja, sede en Ibarra aseguró que la falta de orientación vocacional en la juventud viene dándose desde muchos años atrás, problema que se agrava por los problemas familiares.

Docente secundario, universitario, fue rector del Colegio Teodoro Gómez de la Torre, un maestro de varias generaciones, tomando en cuenta su experiencia en el àmbito la educativo, la planteamos algunas inquietudes.

 

¿Por qué hay esa desorientación en los jóvenes?

Hay diferentes influencias de orden familiar, en el joven de 15 y 16 años hay la desorientación por el cúmulo de presiones no orientadas dentro de su campo de intereses de actitudes y expectativas, como que los jóvenes no tuvieran cabeza para pensar, lo más ridículo en la vida es que a uno le den pensando las cosas.

Así se traslada el problema a las universidades, llegan a la universidad sin un conocimiento, sin una firmeza de decisión.

¿Y cambian de profesión?

Comienzan a ser turistas de una carrera a otra, de un comenzar a un recomenzar que a la final es una pérdida de tiempo.

¿Por qué no se despierta esa vocación desde un cuarto o quinto curso?

Por falta de una sincronización de objetivos de una educación, si un departamento de orientación vocacional hiciera un trabajo no aislado dentro de su medio, desde la colectividad, sería otra cosa.

No queremos caer en ese error de decir: la educación media tiene la culpa, es un círculo vicioso.

¿Cómo cortar este círculo vicioso?

Presentando la mayor cantidad de opciones en cuanto a carreras profesionales, salirnos de las tradicionales, abrirse a otros campos. Hay profesiones intermedias, tecnológicas, más rápidas, formar elementos de producción, no de consumo.

¿Mire que los médicos están sin trabajo, no ganan bien, hay fugas de cerebros, cuáles son esas carreras intermedias, alternativas?

Acá muchas veces le despreciamos a un tecnólogo, pero no se dan cuenta que tantos tecnólogos muy bien preparados han entrado en la producción nacional y eso da otro giro al país.

Hoy mismo hay una gran avalancha de maestrías, diplomados, todo mundo son magísteres y se llenan de títulos cuando en la cabeza no existe esa preparación, esa formación, no hay el respaldo a esos cartones.

¿Por qué se da esa fiebre de títulos de cuarto nivel?

Es un interés hasta económico, se destaca el rango profesional, en decir soy profesor universitario, es cuestión de estatus.

Mis respetos al profesor de educación primaria, porque allí se enseña a leer y escribir al niño, debe tener paciencia, ahí está la verdadera maestría.

Los títulos no hacen todo, pero sin embargo, son requisitos que las leyes ahora exigen, que todo el mundo trata de obtener de una manera lícita o ilícita.

¿Por qué creen los padres de familia, que ciertas universidades por ser más caras, son mejores?

Hay ese tradicionalismo en el cual el padre de familia dice: voy a educar bien a mis hijos en base a cualquier sacrificio, se debe entender que la universidad, no es la que cambia a la persona, simplemente va a complementar; la universidad le da los elementos adecuados para que sea un elemento investigativo, da las herramientas para que se abra a la sociedad.

Todo esto que era un capital que tenía en grande la Universidad Central le fue acabando la politización, eso ha venido a destruir porque hay otros intereses, no el investigativo, simplemente el sectario.

¿Dónde van los estudiantes que salen de las universidades imbabureñas?

La situación es bastante crítica, creo que de acuerdo a la población de la  provincia debería haber cierto número de universidades; hay muchas universidades, repitiendo carreras de la misma naturaleza, técnicas o no técnicas, en alguna manera, les ofertan ciertas facilidades para poder tener el mercado estudiantil, hay una especie de competencia desleal.

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