Geovanny Tello, es un trabajador de EMELNORTE que junto a 22 compañeros más estuvieron al día siguiente de ocurrido el terremoto en la costa ecuatoriana; ellos se trasladaron a Chamanga, un pequeño poblado de la ciudad de Esmeraldas, que se quedó sin energía eléctrica después del movimiento telúrico del pasado 16 de abril de 2016
¿Cuéntenos acerca de esta experiencia?
Estuve muy dispuesto a colaborar para lo que venga, no tenía ni idea de lo que sucedía, una cosa es ver por televisión, otra es estar en persona. Estuvimos en Chamanga, el viaje fue largo, ya en el sitio, no es lo mismo, allá estaba todo colapsado, transformadores en el piso, postes quebrados, tensores salidos de los anclajes, todo un pueblo sin energía, ese momento que llegamos el domingo en la noche, la gente estaba como que fuera un sueño, se asombraba de una cosa y de otra.
Sacábamos todo el material dañado, porque no había nada que funcione, ni como reparar.
¿Qué es lo primero que encontraron?
La gente no tenía luz, llegamos a las 11 de la noche, había tinieblas, la gente dormía en la calle, en colchones, cubiertos de plástico, personas rezando, era nuevo para uno, para mí fue una experiencia inolvidable, pero aportamos con un granito de arena.
¿Conversaron con la gente, con los afectados?
Poco conversaba la gente, ellos estaban dedicados a cuidar sus cosas, a buscarlas, porque estaban por ahí los dueños de lo ajeno, lo poco que tenían trataban de robarles, ya nos vieron a nosotros, creían que éramos de la Cruz Roja o Secretaría de Riesgos, les decíamos que veníamos a darles la energía, porque había solo focos de carros, linternas, tinieblas.
Al otro día laboramos para dejar energizando la línea de media tensión para seguir cerrando circuitos, el martes en la tarde ya restablecimos la energía.
La gente con la energía se queda más tranquila, porque no tenían conocimiento de lo que pasaba alrededor de ellos porque decían sin energía, sin celular, sin nada, al rato que energizamos un transformador, una casita que no se destruyó mucho, había un televisor y la gente se aglomeró alrededor del aparato para enterarse de lo qué había pasado.
Fue bastante la ayuda de otras personas, llegaba agua, comida, ropa, pude ver que fue ágil la habilidad para socorrer a las personas.
¿Cuéntenos algo de Chamanga?
Es un sector de playa, con arena, gente de bajos recursos, se les dejó con energía, con lámparas de 250.
¿Sintieron las réplicas?
La tierra temblaba, dos sismos sentimos en el día, a unos compañeros les cogió subidos en el poste, para nosotros no era algo normal que cada rato se mueva la tierra.
¿Pudieron dormir?
Dormir, dormir, no, preocupados porque había la sensación de que suceda lo mismo, pudimos superar ese trauma, la gente rumoraba que va haber un tsunami, otro temblor, gracias a Dios todo salió bien.
¿De 100 casas, cuántas estaban destruidas?
Unas ochenta, era bastante.
¿La gente pasaba en las calles?
Dormían en la calle, no tenían nada, había desesperación porque de lo poco que tenían se quedaron sin nada.
¿Muy difícil, pero reconfortante ir allá?
Si por el servicio de energía que pudimos restablecer, es una experiencia dura, pero sí volvería a irme a ese sector para ayudar a los hermanos de la Costa.