Por: Marco Flammarión Meneses Arcano9192@hotmail.com
Los últimos comicios electorales seccionales del país en el cual participaron más de ochenta mil candidatos sorprendió a toda la ciudadanía, ese mercantilismo político que terminó en confusión y fraude electoral en ciertos cantones incluido el nuestro. Fue un evento cívico sin ideas, sin propuestas, sin debates constructivos que estimula al elector a sufragar bien; se lanzaron sin sustento ideológico ni conducción partidista ni liderazgo reconocido, línea discursiva improvisada, todo eso nos dio el resultado que estamos viendo pasivamente los ecuatorianos.
Por otro lado, es comprensivo que los candidatos electos recientemente se sientan los portavoces de la voluntad popular, de la que ya se consideren sus leales representantes sea de la derecha, izquierda o centro, son intérpretes del alma de los pueblos. Todo esto es claro y emotivo, legítimo y seductor, pero todo se ensombrece cuando se interponen ciertos hechos y experiencias abruptas que sufrimos desde la década pasada, de un correismo corrupto hasta la médula a un morenismo más corrupto.
Obvio que debemos acabar con los dogmatismos ideológicos y establecer un diálogo constructivo que plantee la actual juventud de la sociedad ecuatoriana más no los políticos rancios. Ellos deben tender a su progresiva solución para poner coto a la corrupción que sigue campante con diferente estilo, empero, manteniendo al pueblo sin cultura política, sin dialéctica histórica auténtica, no podremos cambiar nada.
Imbabura, bastión cultural del norte ecuatoriano, no se libró de las garras de la corrupción, sus autoridades también fueron salpicados por este mal que se generalizó; esto contrasta totalmente con el verdadero sentir de los valores imbabureños, fervientes e incondicionales decidimos los legítimos hijos de la provincia a ser amantes de la paz y el desarrollo de nuestra tierra haciendo eco a la primera estrofa de nuestro himno escrito por el insigne Rafael Larrea Andrade:
¡Salve hermoso girón de la Patria,
¡Esmeralda de inmenso valor!
Que admirable y fecundo es tu suelo.
Y que bellos tus campos en flor,
Tierra hidalga. La luz de tu cielo
Baña de oro y riquezas tu faz,
Para hacerse canción en las almas
y tomarse en efluvios de paz.
Es evidente el amor por el terruño – y esto constituye de verdad una esperanza – que hay pensadores fieles a la patria y grupos de jóvenes que han comenzado a organizarse y que por representar a una mentalidad nueva y fresca pueden ser las fuerzas conductoras de un futuro más o menos próximo en Imbabura y el país entero

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