Con orgullo y satisfacción, el colectivo de arquitectos ARCHQUID, presentaron su premio al ser elegidos como uno de los mejores proyectos presentados en la XX Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito.
La iniciativa fue desarrollada en vinculación con la comunidad de San Rafael de la Laguna y el apoyo de la Prefectura de Imbabura. Una parte fundamental de este proyecto gira en torno a la investigación material de la fibra vegetal conocida como totora, a partir del diseño y construcción de una estructura.
En la XX Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito se presentaron 600 proyectos de todo el mundo. El objetivo del encuentro fue generar un acercamiento vivo entre profesionales y estudiantes relacionados con la arquitectura, el urbanismo y otras disciplinas que tienen un vínculo directo con el desarrollo de la ciudad.
El concurso eligió a 44 ganadores a nivel mundial en seis categorías: Diseño Arquitectónico; Diseño Urbano y Arquitectura del Paisaje; Hábitat Social y Desarrollo (categoría mundial); Rehabilitación y Reciclaje; Teoría, Historia y Crítica de la Arquitectura, el Urbanismo y el Paisaje; y, Publicaciones Periódicas Especializadas.
Durante la semana se efectuaron actividades culturales, como exposiciones y eventos de inauguración, premiación y recorridos, en los que participaron invitados, asistentes y ciudadanía en general, logrando una convivencia entre el evento y la ciudad que lo alberga.
DETALLES DEL PROYECTO
Andrés Fuentes, coordinador, promotor y gestor de El Cubo de Totora, señaló que este es un premio internacional que les llena de optimismo, ya que todas las actividades fueron realizadas con el apoyo de la comunidad. “En la jornada participaron todos los países de Latinoamérica, dos de Europa y uno de África y estamos muy contentos de que Otavalo sea un cantón en donde se quedó uno de los premios”, dijo.
“Dentro de las múltiples implicancias para concretar el proyecto fue esencial el entendimiento del arte y el oficio con el que han sido trabajadas estas fibras desde tiempos preincaicos. Se creó un módulo experimental cúbico de 3 metros de lado, con un desarrollo de 9 paneles en cada una de sus caras, conformando lo que puede verse como un catálogo vivencial de los diferentes tejidos trabajados por los artesanos”, manifestó el arquitecto otavaleño.