Fausto Giraldo
Sería fácil redactar toda una apología a la mujer, retórica de la historia y el origen del día internacional, a su vez la trillada frase de que deben ser los trescientos sesenta y cinco días, resaltar logros de mujeres que de forma individual han obtenido o ciertos “espacios ocupacionales de la supuesta modernidad”. La verdad no me atrevo a reproducir ese contenido que por años suele servir para invisibilizar realidades, conceptos y agenda que a de impulsar su actividad.
En el Ecuador, de acuerdo a las proyecciones del INEC, el total de la población nacional es de 17.389.560 personas, de ellas 8.782.952 son mujeres. En Imbabura de 475.257 habitantes, 228.123 serían mujeres. Mientras que en Ibarra significarían más de 93 mil mujeres. (Datos INEC proyectados a 2020).
Al aplicar los porcentajes de los análisis oficiales, alrededor del 40% de mujeres en Ibarra tendrían un trabajo remunerado o con algún ingreso; de este el 26% en servicios y vendedoras, 18.3% ocupaciones elementales, 14.8% operarias y artesanas, 10.1% actividades no declaradas, 9.9% profesionales intelectuales, 7.6% apoyo administrativo, 7.3% agricultura, 2.7% profesionales de nivel medio, 1.8% directoras y gerentes, 1.7% operarias de maquinarias y el 0.01% ocupaciones militares. La mayor parte de la mujer ejecuta el denominado trabajo no remunerado y gran parte de quienes laboran productivamente retornan a sus hogares también a desempeñar actividades no remuneradas.
No existen estadísticas concentradas y actualizadas para el cantón Ibarra de niveles de escolaridad y acceso a la educación, salud reproductiva, violencia en todos los tipos, discriminación, explotación y movilidad.
Todos los datos que anteceden con seguridad deben ser superiores y no exactos, las agrupaciones de mujeres y entes oficiales manejan las cifras y aproximaciones del contexto nacional y mundial de forma general.
A mí juicio y como señala Jaime Breild, en su trabajo “Genero, Mujer y Salud”, existen tres conceptos de feminismo:
Feminismo radical, aquel en donde el pensamiento de la mujer se desenvuelve poniendo como enemigo principal de su condición de inequidad, opresión y exclusión al hombre. “La lucha de las mujeres es solo de las mujeres y en contra del hombre”.
Feminismo funcional, mujeres que se funcionalizan a sus condiciones de vida y su concepto es principalizar ciertos espacios o “logros” de mujeres en la ocupación de espacios o puestos empresariales o estatales de gobierno, no diferencian las condiciones materiales y sociales entre unas y otras.
Feminismo transformador, que sustenta su visión de la búsqueda de la equidad, la eliminación de su explotación, opresión y discriminación en conjunto con los hombres, incluso comprendiendo que también hay mujeres que oprimen a mujeres por su ubicación en el estrato social y económico.
Este último identifica los puntos centrales de una agenda de la mujer que propugna la transformación de su condición, a parte de los aspectos básicos está la necesidad de ejecutar una hoja de ruta que va más allá de las “oportunidades” individuales, concibe su activismo dentro de una lucha política, sin que esta última signifique negar “reformas” dentro de la norma jurídica y las políticas públicas.
• La equidad como aspecto esencial de acción que incorpore a la sensibilización y conciencia del hombre sobre derechos y coexistencia sin discriminación, opresión y explotación en todo ámbito.
• La igualdad de acceso a oportunidades educativas, profesionales y de servicios.
Liderazgo político y gestión pública en la representación político electoral en donde más que una ley que regule su inclusión signifique la participación consciente y voluntaria, así como en el desempeño de funciones por designación o encargo en cuanto a la dirección y gerencia de entidades, empresas o departamentos.
• La participación efectiva en la formulación de políticas públicas en todos los ámbitos del desarrollo social y humano.
• El empleo remunerado, estable, aseguramiento y jubilación en los términos de su condición fisio biológica, psico social y desempeño físico.
• Salud especializada, salud sexual y reproductiva, salud familiar. Dicho sea de paso el poder no es quien, incluso como hombres, podamos decidir aspectos que atañen a la mujer en lo reproductivo, más allá de las corrientes de pensamiento religioso o cultural de la sociedad.
• Comunicación y difusión de mensajes que eliminen de sus contenidos el reflejo estético, posicionamiento de idearios negativos que menoscaben el verdadero rol de la mujer y no prioricen aspectos corporales y funciones de la denominada “domesticación” histórica de la mujer en los hogares y la familia.
La sensibilidad de la mujer no puede ser vista como la oportunidad del hombre para someter, al contrario implica la oportunidad de comprender lo frágil de una sociedad en la que se desarrolla y que bien puede ser aprovechada apta “humanizar” más la humanidad.
La realidad de la mujer en el mundo contemporáneo ha cambiado, es protagonista en colectivo de importantes logros sociales, el feminismo no es errado, la concepción de este quizá es equivocado y también la interpretación del hombre sobre el feminismo, la agenda de la mujer requiere de la concurrencia del hombre; es cierto, por ese incorrecto ejercicio de roles históricos, aún se mantiene el machismo y por ende sus aplicaciones en la vida real: sometimiento, explotación, opresión y límites en sus derechos. Cambiar la mentalidad no solo de la mujer por la búsqueda de la equidad sino también la del hombre para entender que coexistimos y convivimos en diferentes niveles de inequidad pero con los mismos problemas.