Fausto Giraldo
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“El señor de la fotografía es un comerciante de dulces y confites, lo hace en las calles y buses de servicio urbano. Al parecer tiene influenza con estornudos y secreción nasal. Las imágenes son captura de un video al momento de estornudar en plena vía y expulsar la flema tomándola en sus manos, luego limpia su mano en el pantalón y toma los productos”…

No precisa que haya un virus como el CONVID19 para notar la necesidad de tomar en cuenta este y otros comportamientos conductuales en relación con la higiene y preservación sanitaria de quienes laboran en las calles.

Sería importante en nuestras ciudades implementar programas en conjunto desde el Ministerio de Educación, Gobiernos Municipales y entidades de control sanitario para impartir formación con respecto a la manipulación de alimentos, higiene personal, incluso técnicas de ventas y contar con una base de datos de las personas que se dedican al comercio informal, no para perseguirlos, sino para ayudar a que estas personas tengan oportunidades de control sanitario, médico, odontológico, laboratorio, dotación de uniformes e implementos de protección, capacitación y otros aspectos que sean necesarios.

La ciudad lo agradecería mucho cuando nuestros vecinos comerciantes tengan otra presentación e imagen, incluso con orientación turística y de servicio, una política pública que comprenda la necesidad y ayude a organizar el territorio en su integralidad hace falta.

En realidad este es un pequeño ejemplo de lo que sucede en toda la ciudad y ciudades en donde existe el comercio informal y pensamos que hay que erradicarlo de las calles cuando ese ha sido un escape económico de las políticas macroeconómicas que no generan empleo sino más pauperización de las condiciones de vida de los habitantes.

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