Por Fernando Guerrero Maruri
En la cena familiar del fin de semana surgió el tema, de la manera más inesperada, conversábamos del arte y la triste historia de sus protagonistas que suelen ser olvidados, todos concordamos en que por alguna razón en Ecuador eso es una norma… Parecería que nunca hubiésemos tenido escritores, músicos, pintores. Los ejemplos surgían de los más jóvenes diciendo que ellos han oído hablar del colombiano García Márquez, del chileno Pablo Neruda, pero de nuestro país ninguno.
Las caras de asombro se multiplicaron cuando el abuelo habló de los tzántzicos… Si la conversación hubiese sido un chat de grupo, el emoticon de sorpresa se hubiera multiplicado de todos lados. En esa mesa yo era de los más cargados en años, y la sorpresa fue la misma. Los tzántzicos eran un grupo de intelectuales que se identificaron bajo ese nombre con el ánimo de revolucionar el estático escenario cultural de los años 60, dijo el abuelo, mientras la abuela presiona para que comamos antes que se enfríe.
La palabra tzántzicos es una adaptación al castellano de tzantza. La tzantza es un rito shuar que consiste en reducir la cabeza del enemigo. En la década de los 30 del siglo pasado se popularizó este proceso que con el paso del tiempo fue abolido por el Estado y la presión social mestiza. Con la duda que quedó sembrada en la cena, encontré mucho material por revisar, y así, en la próxima no quedar con la quijada desencaja del asombro. Las tzantzas se hicieron tan famosas que hasta una imagen de ellas aparece en la película Harry Potter y el Prisionero de Azkaban aunque muchos no sepan de su origen shuar.
La nacionalidad shuar habita la selva alta ecuatoriana en buena parte de la amazonia. La conducta y las acciones de este pueblo están regidas por una rica tradición mitológica, para conocerlas se debe saber que su cosmovisión escapa a los cánones del mundo occidental.
Los shuar se hicieron famosos por esta costumbre de reducir las cabezas de sus enemigos, y hacer una tzantza. El proceso se realizaba en la cabeza de su enemigo previamente cortada a la que se aplica una incisión en la parte posterior del cuello, se desprendía la carne y la piel una vez finalizado el proceso, se volvía a formar de nuevo la cara, rellenándola con semillas rojas que iban ubicadas en la parte inferior de los párpados que previamente debían ser cosidos. La boca se cierra gracias al uso de tres pasadores de palma, y en el interior de la cabeza momificada se introducía una bola de madera o piedra, para darle de nuevo estabilidad. Se cocía con agua caliente unos treinta minutos sumergida en taninos, que ayudaban a evitar la caída del cabello. De esta forma el curtimiento de la piel provocaba que esta se fuese reduciendo hasta llegar a la mitad de su volumen. Una vez finalizado este
proceso, se dejaba secar ahumando la piel y erosionándola con arena que le devolvía su forma y sus rasgos.
Tras el proceso de reducción venía la celebración con baile y bebida. Esta fiesta para un guerrero es todo un rito que le abre el camino al honor, la riqueza para nuevas victorias y una larga vida, pero esa fiesta sirve también para ahuyentar los espíritus de su víctima que podrían venir a cobrar venganza.
Si lo cuenta en la mesa procure que sea a la hora del postre y explique a los niños que los shuar realizaban esto por sus creencias mitológicas que son distintas a las nuestras, que a la final…Muchas de las costumbres mestizas son solo una copia de las que trajeron los colonizadores y otras producto del sincretismo. El prejuicio no permitirá conocer otras realidades, no se trata de aceptarlas, hay que entender la diversidad y respetar su existencia o lo que quede de ella.
De la reducción de cabezas como un hecho real, debemos ir a los de cabeza reducida como una alusión irónica, los tzántzicos utilizaban el término como metáfora de la reducida mentalidad de la cultura ecuatoriana, ellos convirtieron el papel y lápiz en cerbatana y dardos envenenados de pucuna. Después de Huasipungo de Jorge Icaza las letras habían entrado en una fase de letargo, hasta que los tzántzicos irrumpieron con fuerza motivados por la indignación y un espíritu rebelde ante la opresión y corrupción. La poesía de los tzántzicos se caracteriza por ser fuerte, agresiva y provocadora. Ulises Estrella, Alfonso Murriagui y Humberto Vinuesa son algunos de nuestros intelectuales que hacían parte de los tzántzicos.
El proceso de la tzantza se extinguió por presiones sociales, los tzántzicos fallecen en seguidilla por el paso del tiempo, su aporte se disuelve con el reloj. Profesores de escuela no los conocen, padres que no podemos enumerar ni un escritor ecuatoriano generamos sociedades sin identidad cultural. El número de profesionales con títulos de doctor o máster abundan en el sector público y la mayoría quizá ni siquiera sabíamos de los tzántzicos. Poetas y escritores que se elitizan guardando ese acervo tampoco son un aporte.
Señoras y señores al menos debemos conocer quiénes eran los tzántzicos y poder enumerar tres de ellos como un referente, eso ya es bastante ante la situación actual. No olvide a Ulises Estrella…
“Una hija arregla el cabello de su madre.
Adentro, en el Palacio se arregla la matanza.
Pueden salirnos con bayonetas si la gorda fofa sigue
cobrando sus centavos.
Si esa humanidad permanece con su arroba de dolor y
pobreza en la frente”.
O al maestro Humberto Vinuesa, falleció hace pocos días y todas las notas de prensa que encontré en internet son de España, nuestros periodistas están preocupados de hacer propaganda por el régimen o la oposición, el compromiso está latente, el maestro tzántzico Humberto Vinuesa escribía así sobre Miguel de Cervantes…
Habla la ironía con piel y textura de lenguaje
sobre aquello que es y no es igual
a lo idéntico
a lo diferente
es su misma piel de texto la que lo dice
para no solo decirlo
sino acompasar y trascender las certezas
bajo el ritmo de la respiración del azar
y del destino de las fábulas
En su lista básica de tzántzicos incluye a Alfonso Murriagui, falleció apenas hace un par de meses pero su poesía seguirá con nosotros si somos capaces de preservarla…
Si estuviera inmaduro,
buscaría un pretexto
para decapitar al pez
que viaja rectilíneo,
o dejaría que se mantenga
quieto el rascacielos
que juega en la sombra
del agua.
Pero sabemos
que vienen otros tiempos,
que la memoria
ya no está deslumbrada
y que los dientes
son piedras preparadas
para romper
el miedo que nos ata.
Son pocos los ecuatorianos que identifican nuestros referentes culturales. La herencia del pueblo shuar es investigada por foráneos, así no se produce el cambio. La culpa es de todos, dirá un motivador o realizador de textos de autoayuda. Prefiero decir que la respuesta de cambio está en todos.
Este fin de semana hay cena familiar, el abuelo no será el único que sepa el aporte de los tzántzicos a la cultura ecuatoriana, hay tanto por hacer.
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