Por: Fernando Guerrero Maruri
Fotos de: Pilar Mejía

Twitter: @fguerreromaruri
Javier Darío Restrepo es considerado el mayor referente de ética periodística en Latinoamérica, es una voz calificada para hablar de este oficio que requiere de vocación y compromiso con la sociedad.
De padre carpintero y madre costurera, desde pequeño aprendió en su natal Antioquia, Colombia; que el principal valor que puede portar un ser humano para toda la vida es: la honestidad.
A los 12 años se estrenó como seminarista, vistió los hábitos religiosos en sus años de juventud , sus superiores le recriminaban su descuido a la pastoral por su pasión por el periodismo, tomó una decisión de la que no se arrepiente. Lleva más de cinco décadas entregado a esta pasión que la ejerció en televisión, radio y sus columnas en los principales periódicos de Colombia. Conduce talleres de ética en la Fundación Nuevo Periodismo, aún recuerda el primero que impartió y uno de sus asistentes: Gabriel García Márquez.
Cubrió seis guerras en Nicaragua, Honduras, Guatemala, Israel. Premio Nacional de Cultura, Premio Simón Bolívar a la vida y obra, Premio a la Excelencia Periodística. A sus 83años ha publicado 28 libros sobre periodismo y ética periodística. De hablar pausado pero con la convicción de una vida entregada a su pasión: el periodismo.
¿Qué es para usted la vocación de un periodista?
R.- Es una vocación de servicio público a través de la información
¿La vocación es algo que se descubre?
R.- Tiene que ser descubierta por uno mismo aunque puede suceder que lo haga con ayuda de un tercero.
Un joven estudiante universitario que escogió la carrera de periodismo ¿ya descubrió su vocación?
R.- Está en un proceso de descubrirla y de confirmarla. Aclaro que la vocación no es un objeto que está ahí para ser descubierto. Es una orientación que cada uno confirma y fortalece y que tiene en cuenta las aptitudes e inclinaciones de las personas.
¿Cuál es la unidad de medida para decir que un periodista tiene una vocación fuerte?
R.- Esto no se puede reducir a términos cuantitativos. Es algo cualitativo: satisfacción con lo que se hace, identificación con lo esencial de la profesión, compromiso y un alto sentido de misión
Según su análisis, las nuevas generaciones, ¿cómo viven su vocación al periodismo?
R.- En medio de todas las confusiones que han introducido los negociantes y los poderosos. Unos y otros quieren un periodismo a su servicio.
¿La vocación es dignificante o podría tergiversarse y convertirlo en servil?
R.- Todo depende de la respuesta personal a esa vocación. Todas las vocaciones son incompletas si no se responde a ellas; y tienen una mayor o menor dignidad, dependiendo de la forma de responder. A la de periodista se puede responder como mercenario, como propagandista, como megalómano o como servidor de la sociedad.
¿La militancia obligada que tiene un periodista hacia su medio lo compromete en algo?
R.- Entiendo la palabra militancia con compromiso o lealtad. Por tanto la principal lealtad de un compromiso no es con su medio ni con sus jefes sino con la sociedad. Medio y jefes están subordinados al gran objetivo: el servicio público. En periodismo se da una singular dualidad: el servicio público se presta desde una empresa particular, por personas que sin dejar de ser ciudadanos comunes están al servicio del público.
La evidente militancia política de ciertos periodistas, ¿en qué forma riñe con la ética?
R.- Riñe con la ética porque abandona el servicio a toda la sociedad y se limita al servicio de una parte. Su información, por tanto, se convierte en propaganda.
¿Cuándo un periodista trabaja desde su oficio como militante de un gobierno, cuáles son los retos éticos que enfrenta al finalizar ese régimen?
R. El gran reto es la reconstrucción de su credibilidad a partir de cero.
¿Cómo se puede ser ético si las políticas y los dueños de los medios dirigen en menor o mayor medida cierta influencia sobre lo que se debe publicar?
R.- Intervienen aquí virtudes indispensables puesto que hacen parte de la esencia del ser periodista: la independencia del periodista, que él cultiva y que no recibe de nadie; y la responsabilidad social, o sea la capacidad de respuesta a toda la sociedad de modo que el primer amo al que sirve un periodista es la sociedad, los demás se le subordinan.
¿Cuáles son nuestros “momentos oscuros”?, como periodistas.
R.- Los momentos oscuros del periodista coinciden con las crisis de identidad profesional.
Si ser ético es, entre otras cosas, “obedecer a ese impulso que lleva todo ser humano, por dentro, de ser excelente”, ¿esa búsqueda de la excelencia requiere de una ambición que podría para otros no ser ético?
R.- Según Aristóteles ser ético es obedecer a la propia naturaleza, o sea a ese impulso íntimo. De la naturaleza de esa respuesta depende el logro o el fracaso ético de las personas.
“Todo buen periodismo está hecho para servir a lo público”,¿según esa premisa lo público puede reñir con lo privado?
R.- Todos los medios, en distinto grado, tratan de servir a lo público. Ese servicio puede tener distintos grados de contaminación cuando intervienen los intereses privados que, disfrazados de servicio público contaminan y desnaturalizan la respuesta a la vocación natural de servir al bien público. En todo medio de comunicación se advierte esa mezcla de lo privado y lo público.
Un periodismo libre y socialmente responsable a ¿qué causas debe entregar su militancia?
R.- Sólo hay un partidismo legítimo para el periodista: el que está al servicio de todos los ciudadanos.
Por favor cite tres periodistas y las razones por las que usted considera trabajan o trabajaron la información con vocación.
R.- Entre los colombianos se han convertido en vidas ejemplares la de Guillermo Cano, la de José Salgar. En el periodismo universal se destaca Ryszard Kapuscinski
Para finalizar, en no más de una frase, indique: ¿cuál es el código de ética ideal?
R.- El código ideal es el que cada uno se crea alrededor de su compromiso con la verdad, su independencia y su responsabilidad ante la sociedad.