Por Fausto Giraldo
Al expresar la solidaridad con lo sucedido en la “Comuna” y “Gasca” en Quito no debería observarse solamente las consecuencias y las acciones de recuperación, sino que necesariamente precisa una evaluación muy profunda en torno a la gestión de riesgos en nuestros territorios de parte de las autoridades e instituciones, así como el involucramiento de la población en general.
Primero definir de forma adecuada la estructura organizativa de los riesgos en el Ecuador, su norma jurídica, directorio, funcionarios y técnicos, el establecimiento de las funciones y rol en cada uno de los niveles y la obligatoriedad de la articulación interinstitucional. Un aspecto esencial es dejar de nominar como directivos a los “compadres” o satisfaciendo los compromisos políticos o personales y ubicar a profesionales.
Un segundo aspecto que me atrevo a sugerir es la necesidad de contar con un diagnóstico y plan integral de intervención en absolutamente todas las entidades del sector público e incluso del sector privado y organizaciones comunitarias y barriales, en la medida en que todos cuenten con una hoja de ruta y protocolos que orienten cómo actuar en prevención y mitigación de desastres.
El rol de la comunicación, socialización y capacitación a la ciudadanía es primordial, la gestión de riesgos a mi juicio debe hacérsela involucrando a la comunidad y para ello hay que dotar de capacidades y competencias a todos nosotros, organizando a la comunidad dentro de los roles, ámbitos y límites del tema.
La asignación de recursos para la parte operativa para prevenir y mitigar es indispensable, priorizando eso sí en que se ha de “gastar” con transparencia y objetividad a fin de evitar sucesos como el periodo de “Ocles” y los kits alimenticios con valores según se han dicho superiores a los reales.
La ciudad de Ibarra no dista mucho de este tipo de desastres que, no han sido tan trágicos, han incidido en la habitabilidad y vialidad. Hace algún tiempo venimos exigiendo la intervención integral en torno al manejo de escorrentías de aguas lluvias en las faldas del volcán Imbabura que inundan las partes bajas y ocasionan daños severos a los habitantes y calles de la ciudad afectando inclusive negocios.
Los barrios San Francisco de La Esperanza, 19 de Enero, 10 de Agosto, Santo Domingo de San Antonio, Floresta, Odilas, Florida, Pilanqui, Ajavi, Fepcomi, San José de Chocolate lavi, Yuyucocha, Chorlavisito, Naranjito, entre otros, Lita, La Carolina, Ambuqui y otros sectores de Ibarra y la provincia de Imbabura han sufrido estos embates, la amenaza es permanente y las autoridades aún les falta comprender estás realidades.
De producirse desgracias por no hacer de la gestión de riesgos un mecanismo de prevención la ciudadanía en cada uno de los territorios debería apuntar los dardos a quienes inobservaron lo mencionado.