(Por Marco Tulio)
Es muy frecuente escuchar que pagar los impuestos es malo, o que el gobierno pretende apoderarse de nuestro dinero, pero lo más común es que un político de alto rango, con amplias comodidades económicas NO paga absolutamente “nada ” de impuestos, es decir sus declaraciones tributarias, siempre las presenta en ” cero”.
Lo justo y honesto sería que éstos ” personajes ” paguen correctamente como ordena la ley. Eso sería una forma de demostrar un verdadero patriotismo frente al país y como un gesto reciprocidad como servidores públicos que se benefician directamente del estado. Los impuestos representan la columna vertebral de un estado en materia económica, sirven para que el gobierno pueda invertir en gastos sociales (salud, seguridad, educación, asistencia social) e infraestructura en beneficio de todos los ciudadanos.
En el Ecuador existe un alto porcentaje de “evasores”, tanto en el sector público, como en el sector privado y eso no puede seguir así, es hora de poner un alto. El Ecuador debe entrar de manera urgente en una fase de profundo análisis y debate, para encontrar una salida técnica, precisa y responsable para contrarrestar y extirpar ese ” cáncer”.
Es imperativo que el SRI empiece a trabajar 24/7 en nuevas estrategias, utilizando todas las herramientas tecnológicas para ampliar la base de contribuyentes. En esta tarea también está involucrada la UAFE para que garantice un escenario donde se sinceren los ingresos de todos los operadores económicos.
El presidente Lasso, en tiempos de campaña, empeñó su palabra al decir que sabía y conocía quienes son ” los grandes evasores de impuestos”, estamos esperando que se haga pública esa lista, para saber quiénes son y a la vez recaudar esos dineros que mucha falta nos hace después de la pandemia que literalmente el país quedó “quebrado”, a parte que también fuimos azotados por la pandemia de la corrupción y despilfarro de los últimos 14 años.
Es una tarea muy difícil, porque en el Ecuador no hay una cultura tributaria, no hay conciencia cívica y a eso le sumamos que el no pago de impuestos puede ser una demostración de rechazo por el dispendio y corrupción en el sector público, así como también a las actitudes y comportamientos de los políticos. La cultura tributaria debe entenderse como una conducta manifiesta en el cumplimiento cabal de nuestros deberes tributarios, dónde debemos estar comprometidos todos: comerciantes, productores, empresarios, artesanos, empleados, profesionales en el libre ejercicio. Pero lastimosamente en la realidad eso no se cumple.
Tomemos como ejemplo la actual Asamblea Nacional, cómo es posible que los Asambleístas en su conjunto solo pagaron $ 194338 de impuesto a la renta del periodo fiscal 2020. De ese total $ 102.249 pagaron cinco Asambleístas, $92 .089 fueron pagados 66 de ellos y los otros 71 Asambleístas no presentaron pagos de impuestos a la renta según el SRI. Pero lo más curioso de todo esto es que 5 Asambleístas no tributaron “nada ” desde el 2002, de los cuales dos son de la provincia de Imbabura.
De tal manera que ” casa adentro” parecería que cumplir con el físico no es tan importante y las interrogantes aparecen: ¿Cómo pueden pedir un esfuerzo económico a los ciudadanos, si la clase política no renuncia a ningún privilegio? ¿Cómo pagaron la campaña política para llegar a ser Asambleístas, si supuestamente no llegan a la base imponible mínima, porque sus ingresos son muy bajos?. Según los expertos políticos una campaña como la que presentaron y ostentaron no costaría menos de 120.000, ¿de dónde sacaron esos dineros o quién los financió? Por lo tanto, los ciudadanos consideramos que no es justo, ni ético, que el cobro de impuestos sea en una sola dirección. Se debe revisar con rigurosidad a los nuevos servidores públicos para que cumplan con sus deberes tributarios. Por tal razón es saludable recordar que los ecuatorianos el 11 de abril pasado votamos por un cambio de rumbo, votamos por un nuevo país y no estamos dispuestos a continuar con las mismas costumbres y prácticas del pasado. (M.T.A.V.)