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Todos los años se genera un ambiente emotivo en navidad, los niños principalmente de escasos recursos económicos esperan que “alguien” les obsequia una funda de confites como gesto de solidaridad en una fecha que está más allá de regalos costosos y juguetes de temporada.

Escuelas, barrios y comunidades realizan acciones con algún tiempo de antelación para recaudar fondos y entregar a sus niños los dulces navideños, varias asociaciones benéficas y personas de buena voluntad hacen lo propio.

Ya en los días cercanos al 24 de diciembre los niños de las comunidades más alejadas se concentran en las ciudades a “mendigar” y en la espera de que los habitantes citadinos les den golosinas o dinero.

Hace algún tiempo se generaron campañas que las denominaron “navidad sin mendicidad” o ” Da Dignidad”, dieron cierto resultado hasta el momento en que se convirtieron en acciones aisladas y separadas de cada institución para entregar fundas en las que se hace constar el nombre de la institución o autoridad y en algunos casos la visibilización de la organización política a la que representan, considerando esto como una oportunidad de protagonismo que denota una clara disputa insensible de la época.

Aún hay tiempo para que se despojen de esa conducta errada, alguien debe ponerse a la cabeza, coordinar y no liderar con afán protagónico, establecer un mapeo social de la provincia, identificar los sectores y el número de niños, estandarizar las fundas y sumar voluntades para que todos los niños reciban por igual el conocido “aguinaldo”, sea este distribuido por el gobierno central, gobiernos locales, asociaciones y ciertas empresas que a mi juicio, pueden articularse incluso para hacer la entrega en todo el territorio.
La niñez no mira en estos momentos quien les donó, ellos no votan, solo quieren contar con un momento de alegría en sus vidas y en sus corazones.
Siempre lo diré, debemos tener fe en lo que el pueblo tiene fé, y eso está más allá de que o quien obsequia una funda navideña, es ante todo una cuestión de solidaridad y unidad. Veamos qué pasa este año y si se puede poner en marcha “UNA NAVIDAD DE SOLIDARIDAD” sin el afán protagónico de siempre.

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