Es un secreto a voces la crisis económica ocasionada por el correato, esto se lo escucha en las calles y plazas, en los mercados y fábricas, en las reuniones sociales y universidades, entre la juventud, los trabajadores y empresarios del país.
Y es que lo señalado cada sábado por el presidente, replicado cual loros por sus acólitos, dista mucho de lo que día a día enfrentamos la gran mayoría del pueblo ecuatoriano: despidos masivos, salarios que no cubren la canasta básica cercana a los 700 dólares, falta de empleo, pérdida del poder adquisitivo, incremento de precios, alzas de servicios básicos, bancarios e impuestos, endeudamiento público creciente, corrupción galopante, leyes impuestas sin participación social, entre otros avatares.
Mientras tanto quienes abusan del poder, siguen despilfarrando los recursos de los ecuatorianos en Secretarias de la buena vida, ministerios coordinadores, viajes internacionales, burdas propagandas permanentes, consultorías millonarias para inventar el ¨agua tibia¨, cuestionadas e ineficientes obras faraónicas, palancocracia, sabatinas para insultar, perseguir y dividir a los ecuatorianos, entre otros gastos innecesarios.
El 2016 continuará la batalla entre quienes aspiran un gobierno popular: que no meta la mano al bolsillo de los ecuatorianos, que respete los derechos humanos, que genere empleo, comercio, libertad y democracia, versus, quienes forman parte de la restauración conservadora enquistada en Carondelet.
Tras nueve años el correato está en terapia intensiva, su mensaje se sigue agotando, ya no conecta con el sentir popular. La gran mayoría de la ciudadanía busca una renovación que permita recuperar derechos, confianza y libertades para mejorar las condiciones de vida.
La unidad popular sobre la base de las ideas aquí planteadas y otras propuestas de carácter democrático, son vitales para enrumbar el camino del triunfo sobre un gobierno decadente y sobre todo construir una sociedad de progreso, participativa y solidaria para las presentes y futuras generaciones.
Por muy fuerte que sea la tormenta, debemos estar seguros que terminará y volverá a salir el sol a irradiar su luz.
