Por: Angel Checa León
Todos dicen hay que combatir la corrupción, todos los actores políticos, sociales, empresariales, los medios de comunicación, todos se rasgan las vestiduras, hablando de la necesidad de combatirla, y señalan responsables, condenan, pobres de aquellos que les caiga una sospecha, o en algunos casos sin ser responsables de nada son puestos de chivo expiatorio necesarios para culpar de todos los males y limpiar la culpa sistémica, y recuperar la confianza social perdida, en las instituciones del sistema político, social imperante.
Pero esto es y será repetitivo, cada temporada hay que sacrificar a alguien, sea responsable o no de los hechos que le acusan, dentro de la época contemporánea se acusó a los militares a finales de la década del 70, diversos escándalos de corrupción llenaron los titulares en todos los gobiernos subsiguientes, no habido un solo gobierno hasta aquí libre de este mal, unos más graves que otros, unos donde se involucró a empresas públicas, a contratos determinados, otros casos como la sucretización de la deuda externa privada 1983, y el feriado bancario 1998 que en el primer caso, generó un perjuicio al Estado por un monto acumulado de $ 4.462 millones, de acuerdo a informe de Comisión para Auditoría Integral de Crédito público, y en el feriado bancario de 1999 aupado con reformas “legales” previas, se perjudicó en más de 8 mil millones de dólares, hechos escandalosos que contrastan con voces que replican: “ha sido el gobierno más corrupto de la historia”, refiriéndose a los 10 años del periodo anterior, “olvidándose” a veces voluntariamente de episodios vergonzantes, como los antes mencionados, por un interés político particular relacionado al momento de coyuntura, en consecuencia culpar, linchar y sancionar públicamente al “objetivo” marcado por un cálculo electoral o político mediato, acaso se pregunta, no es reprochable acto de corrupción? Levantar polvareda mediática con el fin de enterrar políticamente a otro actor político, sin pruebas contundentes que justifiquen su judicialización y penalización, ajustado a la ley y al debido proceso, en el que se garantice su legítima defensa.
Vale señalar que la corrupción no solo es un problema local, sino global. En la región las acusaciones de corrupción han sido últimamente la tónica en varios países: Argentina, Brasil, Venezuela, Ecuador, etc. Nótese que la corrupción ha sido la misma muletilla para desprestigiar procesos y gobiernos que han coincidido en varias temáticas de integración regional y han impulsado desde sus gobiernos procesos de unidad y consolidación de intereses comunes, que en los hechos han perjudicado intereses y posturas de países hegemónicos que estaban acostumbrados a marcar el ritmo y destino de todos.
Las acusaciones en este sentido nacen de un fin protervo corrupto, con el fin de doblegar a los pueblos para mantenerlos confundidos y sometidos y explotar con facilidad sus recursos, para beneficio de empresas transnacionales. Así las denuncias no tienen el fin de combatir la corrupción en sí, sino constituye un medio para desplazar a unos y poner afines a intereses de acumulación de capitales. Corrupción no tiene otro nombre, sancionable de igual forma, pero quien es el llamado a sancionar y denunciar, pues lo soñadores, los que sueñan en colectivo, y trabajan desde abajo, sin pago, por un sistema alternativo al sistema hegemónico vigente.
La corrupción ha sido tema de escándalos en las grandes potencias, en todas las regiones y hasta en las distintas iglesias se han visto involucradas en escenas vergonzantes que han minado su discurso y credibilidad ante la sociedad entera. La corrupción copa todos los escenarios desde las cárceles, hasta las instituciones más renombradas del Estado, pasando por las instituciones educativas, las iglesias, y el campo deportivo. Todo estuvo o está manchado de este mal al parecer universal. Será problema intrínseco a la humanidad? Pues no, no es un problema de toda condición humana, como a simple vista pareciera. Es un problema del sistema socio-económico imperante, es un problema de la sociedad de mercado, donde la oferta y la demanda, manda, donde la acumulación de capital es sinónimo de éxito, donde la magnitud de la felicidad está dada por la cantidad de consumo que se tenga, porque estamos programados para alcanzar a “tener” por encima de todo, como fin de toda la existencia. En el sistema de lograr la máxima ganancia, la mayor utilidad económica es la meta cumbre.
En el sistema vigente el status social depende de lo que se “tenga”, para ello se articula y funciona todo, la competencia es la norma, el individuo es más importante que el colectivo, por tanto si hay la oportunidad de sacar ventaja estas dentro y eres parte, siempre que no descubran los medios usados. La visión de acumulación de capital como fin, es el mismo en el empresario, en el banquero como en el narcotraficante, o en el asaltante, todo para llegar al Dios dinero, pues entre más se acumula más valor se tiene, y mejor estacionado socialmente se está. Las guerras, las intervenciones, la devastación a la naturaleza, la sobre explotación de recursos, la violencia como tónica de vida es válido siempre que apuntale el objetivo final, acumulación de ganancias, magnificadas por bienes de capital u ahorro monetario.
Mientras el sistema imperante este basado en la acumulación de capital como fin mayor y relevante, la sociedad estará conviviendo con la corrupción, de manera permanente, ya que está plasmado y marcado en todas las instituciones en la formación inicial de los más pequeños, en las escuelas, en el sistema de evaluación y calificación individual donde más importante es acumular puntos que el aprendizaje mismo, donde los puntos son logros individuales, que promociona el egoísmo, en su máxima expresión, sacrificando los intereses y capacidades comunes, el trabajo en equipo, el valor real de la comunidad como instancia de sobrevivencia, aprendizaje sostenible, en favor de la vida y la continuidad de la existencia.
Hoy en día todos hablan y condenan la corrupción, pero muchos han olvidado como se copiaba para alcanzar los puntos necesarios, para el grado; se olvida que encontré un billete y jamás se ocurrió preguntar quien puede ser el dueño; se olvida que la herencia, si es que la hay, es de todos los hermanos por igual, se olvida el regalito dado al que puede favorecer en un mediato futuro, se olvida la palanca que usó para lograr el trabajo del cual hoy se vive. Todos hemos sido tentados y en varias veces o en algunas hemos sucumbido a la tentación de alcanzar un logro, con el último fin de tener lo necesario, que nunca será suficiente, mientras este sistema de la oferta y la demanda, el sistema de la acumulación de capital y de gran consumismo este vigente, y sea en cierto modo condición sine qua non, para la sobrevivencia personal. Recordando finalmente que ningún sistema de producción ha sido eterno. A soñar, a tratar de ser íntegros, una forma segura de empezar a cambiar esta realidad.
En conclusión la corrupción más que un problema de un gobierno es un problema intrínseco al modo de producción vigente, al capitalismo, y muchas veces como en la actual renombrada y publicitada lucha contra la corrupción, hay aún fines más obscuros y condenables, que los que se denuncian a voz en cuello por todo medio de comunicación posible, el combate a la corrupción es de investigación y sanción efectiva, más que de propaganda pública, mediática y que se puede constituir en persecución política bajo los fines más protervos y repudiables. ¡Caiga quien caiga!