*Fausto Giraldo
Como parte integrante del Registro Único de Actores Culturales de la Casa de la Cultura, me ha llamado mucho la atención el número de listas participantes en Imbabura.
Se entiende que cada lista es una visión diferente en relación a la gestión cultural, quizá similitudes, pero en el fondo distintas.
A mí juicio la gestión de la casa de la cultura no debe ser vista como “activismo cultural”, sino más bien, como formulación y ejecución de políticas culturales en donde la institución se convierte en un instrumento para aquello.
Las políticas culturales deben contener lineamientos orientados a la investigación, producción, formación y socialización de la cultura, a partir del territorio, su historia, su construcción, su desarrollo y su proyección.
No es pues entonces solo “administrar la casa y sus recursos” sino gestionar la cultura a través de la casa y sus recursos, aplicando principios de eficiencia, optimización, inclusión, masificación, calidad, transparencia, articulación, solidaridad, democracia, equidad y justicia.
Para que ello suceda, la dirección debe tener como directivos a gente capaz, tecnica y políticamente (lo político relativo a su conceptualización más no a pertenencia partidista), con visión multidimensional. Se ha de reconocer el mérito artístico, profesional y cultural de muchos candidatos en todas las dignidades, así tambien, su capacidad de liderazgo organizativo en el ámbito social o gremial; sin embargo, miro, sí, límites en la formación y el aprendizaje en gestión cultural institucional.
Empezaba mencionando la dispersión de los actores, miembros y actores del RUAC, refleja pues entonces la ausencia de un proyecto que unifique y articule a los integrantes, capaz que la dirección de la CCE se vea fortalecida, cambie su rumbo, sea más participativa y también tenga mayor fuerza y presencia territorial. (Lo mismo sucede en las direcciones de cultura de los GADs Cantonales).
No ha existido claridad, profundidad y puntualización o especificidad en las propuestas, más allá de los discursos generales de “DEMOCRATIZAR” la gestión, que quizá está sea la principal preocupación de los actores RUAC.
Por todo aquello no he querido pronunciarme, sino más bien esperar que se den los hechos y dejar sentada la proyectiva que, luego de las elecciones, los liderazgo de colectivos se sienten a formular una agenda común en la que no se priorice la pertenecía política partidista, que observó hay mucho, sino el interés general de delinear una gestión basada en los argumentos antes dichos.