El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, fue establecido por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1977, en honor a todas aquellas mujeres que lucharon por la igualdad de derechos en todo el mundo. Se toma esta fecha en recordación al 8 de marzo de 1857,cuando 129 obreras textiles de la fábrica Cotton de Nueva York fallecen en un incendio mientras se manifestaban en contra de la extensa jornada laboral, los bajos salarios, las precarias condiciones de trabajo y las diferencias que sufrían en comparación a los hombres.

Hoy, 167 años después de la huelga de las mujeres trabajadoras en New York, la lucha de las mujeres en todo el mundo sigue en pie para contrarrestar la violación a los derechos humanos de mujeres y niñas. En el mundo y en nuestra región, las mujeres y niñas son las más afectadas por la pobreza, la desigualdad, la violencia, las pandemias, la crisis climática, etc. Según datos de Naciones Unidas, globalmente, existe un déficit anual de 360.000 millones de dólares en medidas de igualdad de género para 2030, además, solo el 5% de la ayuda gubernamental mundial va destinada a acabar con la violencia de género y se invierte menos del 0,2% en su prevención.

En el escenario de la postpandemia, las consecuencias de la misma han recaído de forma especial en las mujeres y niñas, profundizando las desigualdades, la pobreza y la sobrecarga de las tareas de cuidado, además aumentó significativamente la violencia de género en el ámbito doméstico, todo esto acentuándose por cuestiones étnico raciales.

Las mujeres y los Estados cuentan con instrumentos para la defensa de los derechos humanos, en el ámbito universal existe la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y, en el interamericano, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, conocida como Convención de Belén do Pará.

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