Julio César Trujillo, 50 años de trayectoria en el ámbito jurídico

Se considera un ibarreño de cepa, ama profundamente a Ibarra porque en ella forjó su carácter y descubrió su pasión por las leyes, las letras y el baloncesto. Es oriundo de San Antonio de Ibarra y por ello, el arte lo inspira.

Como muchos, nació y creció en el seno de una familia humilde, pero la carencia de recursos no significó obstáculo alguno para sus aspiraciones futuras. Los maestros del Instituto Rosales, primaria de los Hermanos Cristianos y el colegio Sánchez y Cifuentes, fueron testigos de su capacidad intelectual, ya evidente a muy corta edad.

Su madre debió ver su apego al estudio y su personalidad alejada de la mediocridad, para enviarlo a cursar los estudios superiores en Quito, a pesar de sus limitaciones económicas.

El joven provinciano llegó a la capital durante los años 50. Y lo hizo para dejar huella.

Tras años de estudios, se graduó con honores como doctor en jurisprudencia en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) en 1958. Y casi de inmediato, se convirtió en catedrático de Derecho del Trabajo en la misma institución que lo formó como profesional.

De ahí en más su carrera fue en ascenso y su nombre cada vez más reconocido en el panorama nacional. Su ideología estaba clara y por ello se afilió al Partido Conservador. Comenzó a defender como abogado a las causas sociales, a los trabajadores y a quienes no tenían dinero para pagar sus honorarios.

Reconocido ya por su labor como abogado, fue electo decano de la Facultad de Jurisprudencia de la PUCE, por iniciativa de los estudiantes. Años más tarde y con sobra de merecimientos fue designado como Vicerrector de dicha alma mater.

Durante la década de los 70, y aún vinculado a la catedra universitaria, fue perseguido por las dictaduras, por defender la democracia y anhelar su retorno. Así, el provinciano, ese ibarreño orgulloso, se convirtió en la piedra en el zapato del poder centralizado y tuvo que refugiarse en la selva amazónica por varios meses.

A su regreso, lideró la conformación del partido Democracia Popular que en alianza con el partido populista Concentración de Fuerzas Populares, alcanzó la presidencia de la república con Jaime Roldos Aguilera. En ese mismo proceso, el ibarreño obtuvo por apoyo popular un escaño en el Congreso Nacional en 1978.

Seis años más tarde fue candidato presidencial en el partido que ayudó a fundar. Los resultados no fueron los esperados para los ibarreños que querían ver a su mejor representante como inquilino de Carondelet.

En 1993 se desvinculó de la Democracia Popular porque el partido dio un giro a la derecha. Firme a sus convicciones, siguió su camino en centro-izquierda y en 1997 se vinculó a Pachakutik y con esa bandera se convirtió en asambleísta constituyente que coredactó la carta magna de 1998, en la cual se reconocía derechos colectivos de grupos indígenas y afrodescendientes.

Esa fue su última representación popular. Sin embargo, su carrera como jurisconsulto continuó. Fueron más de 50 años de notable trabajo como abogado, constitucionalista y experto en derecho laboral.

Por ello, a sus 86 años, Julio Cesar Trujillo Vásquez, está en las páginas más destacadas de la historia de Ibarra y del país

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