Después de superar la etapa más crítica de la enfermedad por el COVID-19, Jorge A. y Carla P, profesionales de la salud del Hospital General Ibarra del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, (IESS), recibieron el alta hospitalaria en medio de aplausos y una emotiva despedida, de parte de sus compañeros de trabajo. Ellos son pareja y también comparten profesiones.

Jorge, es médico anestesiólogo. Él permaneció cinco días en Emergencias respiratorias para pacientes COVID-19. En el diagnóstico médico se presentó una insuficiencia respiratoria, por lo que requirió la asistencia de ventilación mecánica no invasiva, a través de una escafandra; se trata de un dispositivo que sirve para facilitar el suministro de oxígeno a los pacientes que lo requieren. Este proceso impide que el paciente llegue a un estado crítico.

Por su parte, Carla P, enfermera de la Unidad de Cuidados Intensivos, (UCI), ingresó con una sintomatología que refería a una dificultad respiratoria similar a la de su esposo. Sin embargo, el nivel de oxígeno en el organismo nunca llegó a un estado crítico, por lo que necesitó leve oxígeno suplementario adicional. En ese sentido, después de alcanzar una frecuencia respiratoria dentro de los rangos normales.

Antonio Ornes, médico intensivista, manifestó que generalmente los pacientes que se encuentran en el área de emergencias respiratorias presentan un deterioro mecánico de ventilación. Frente a este grado de alteración, la asistencia médica en terapia intensiva es fundamental. “Es nuestro deber como profesionales de la salud, velar por la mejoría de nuestros pacientes, por ello que en casos críticos nos adelantamos con un soporte ventilatorio”, resaltó.

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